Cadena de valor

La cadena de valor, un concepto acuñado por Michael Porter en 1985, describe todas las actividades que una empresa lleva a cabo para desarrollar un producto o servicio, desde su concepción hasta su llegada al consumidor final e incluso más allá.

Estas actividades se dividen en dos categorías principales:

  • Actividades primarias: aquellas directamente relacionadas con la creación física del producto, su venta y distribución, así como la asistencia postventa.
    • Logística interna: recepción, almacenamiento y gestión de materias primas.
    • Operaciones: transformación de las materias primas en el producto final.
    • Logística externa: distribución del producto terminado a los clientes.
    • Marketing y ventas: actividades para promocionar y vender el producto.
    • Servicio postventa: soporte técnico, reparaciones y gestión de devoluciones.
  • Actividades de apoyo: estas actividades no están directamente relacionadas con la producción, pero son esenciales para que las actividades primarias se lleven a cabo de manera eficiente.
    • Infraestructura de la empresa: administración, planificación, finanzas, etc.
    • Gestión de recursos humanos: reclutamiento, formación y desarrollo del personal.
    • Desarrollo tecnológico: investigación y desarrollo de nuevas tecnologías y procesos.
    • Compras: adquisición de materias primas, suministros y otros recursos.

La cadena de valor y la huella de carbono

La relación entre la cadena de valor y la huella de carbono es intrínseca. Cada eslabón de la cadena, desde la obtención de materias primas hasta el transporte, la fabricación, el uso y la disposición final del producto, genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Alcance de las emisiones en la cadena de valor

Para comprender completamente el impacto ambiental de una empresa, es fundamental analizar la huella de carbono a lo largo de toda su cadena de valor. El Protocolo de Gases de Efecto Invernadero, un estándar internacional para la contabilidad de emisiones, clasifica las emisiones en tres alcances:

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Beneficios de analizar la huella de carbono en la cadena de valor

Identificar y cuantificar las emisiones en cada etapa de la cadena de valor ofrece múltiples beneficios para las empresas:

  • Identificar oportunidades de reducción de emisiones: permite detectar los puntos críticos donde se generan las mayores emisiones y, en consecuencia, priorizar acciones de mitigación más efectivas.
  • Mejorar la eficiencia y reducir costes: la reducción de emisiones a menudo va de la mano con la optimización de procesos, lo que puede traducirse en ahorros significativos.
  • Fortalecer la imagen de marca y la reputación: en un contexto donde la sostenibilidad es cada vez más valorada por los consumidores, las empresas que demuestran su compromiso con la reducción de su impacto ambiental pueden mejorar su imagen y reputación.
  • Acceder a nuevas oportunidades de negocio: la creciente demanda de productos y servicios sostenibles abre un nuevo abanico de oportunidades para las empresas que pueden demostrar su desempeño ambiental.
  • Cumplir con la normativa ambiental: las regulaciones ambientales son cada vez más estrictas, y las empresas que no midan y gestionen sus emisiones podrían enfrentarse a sanciones.

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